o cómo perpetuar la desigualdad sexual
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El porno es una de las piezas claves del sistema patriarcal. Se trata de una industria basada en la cosificación y mercantilización de los cuerpos de las mujeres donde somos clasificadas por categorías siguiendo las demandas masculinas.
El discurso sobre la convivencia de la “pornografía patriarcal” y la “pornografía feminista” lo único que promueve es la invisibilización de lo que la industria de la pornografía significa para mujeres y niñas.
Mientras ellos se masturban erotizando la violencia contra las mujeres, a nosotras se nos impone la sumisión y la anulación de nuestros deseos.
Una industria basada en la explotación y que contribuye a la reproducción de un sistema desigual no puede ser ampliada, debe ser abolida.
Por tanto, ¿es posible que un producto creado para mantener una estructura de desigualdad sexual entre mujeres y hombres pueda convertirse en feminista?
Nosotras lo tenemos claro: NO. Nada que cosifique y mercantilice a la mujer, es feminista.
“La pornografía nos da un no futuro; nos arrebata toda esperanza y toda dignidad; merma aún más nuestro valor humano en sociedad; prohíbe la auto-determinación sexual a las mujeres y niñas; nos usa y nos tira; aniquila nuestras posibilidades de libertad.” Andrea Dworkin.